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El Climaterio de la mujer (III)

Tratamiento del Climaterio

Las mujeres del siglo XXI se encuentran en una situación privilegiada ya que son las primeras que lograrán vivir el doble de su edad reproductiva gracias a que durante el siglo XX  se logró dominar gran parte de las enfermedades agudas que habían constituido las mayores fuentes de mortalidad. Recordemos que en el primer artículo sobre el tema del climaterio de la mujer dijimos que el climaterio comienza cuando ella pierde su fertilidad, lo que ocurre, generalmente, pocos años antes de sus 50 años.  También dijimos que el fenómeno biológico más importante del climaterio es el agotamiento funcional del ovario como productor de hormonas que, si bien es cierto ello no significa una enfermedad como tal, suelen darse situaciones de salud más o menos molestas para las mujeres.  Por otra parte, durante el climaterio comienzan a manifestarse síntomas y signos propios del envejecimiento (que se da tanto en mujeres como en hombres con sus características según el sexo) lo que hace que haya un entremezclado de sintomatología propios de las diferentes edades.

La salud no es sólo la ausencia de enfermedad como se creía en el pasado; la salud de la mujer, hoy, está ligada a su concepción de estar bien (bienestar) en relación a su situación personal, el lugar y la época en que vive. Este “estar bien” se relaciona con todas las áreas de la vida humana: la mente, el cuerpo y su intercambio activo con el mundo exterior y es lo que define el concepto de calidad de vida.  Ligado a este concepto se encuentra el de “prevención” lo que significa la puesta en marcha  de todos los recursos que se tienen para el autocuidado. La mujer debería profundizar la idea lo más acabada posible de lo que para ella significa calidad de vida haciendo omisión de las múltiples recetas o formulas del “buen vivir” que a diario se le ofrecen ya que quién decide sobre su vida y su estilo de estar en el mundo es ella misma.

En el segundo artículo sobre el climaterio de la mujer hablamos de las patologías asociadas con el climaterio las cuales, además, son propias del deterioro biológico del transcurrir de los años. Para entrar al tema del tratamiento del climaterio, nos repetimos la pregunta: ¿es una enfermedad? Vimos que hay dos enfoques al respecto:

1) Es una endocrinopatía por insuficiencia estrogénica dada por un agotamiento funcional  del ovario por lo cual habría que restituir las hormonas en carencia y así prevenir o aminorar las consecuencias. 2) Es un evento fisiológico de vida que necesitará tratamientos asociados en quién lo necesite o lo quiera.

La gran mayoría de las consultas médicas relacionadas con la post menopausia inmediata tiene que ver con la insuficiencia estrogénica que condiciona el cese de las menstruaciones.  El tratamiento, según criterio médico-endocrinológico, será la restitución de la hormona en falta. Y así aquí entramos al terreno de la gran pregunta de estos momentos: ¿Son recomendables los estrógenos en el tratamiento de los síntomas de la post menopausia? Para responder esta pregunta es necesario que hagamos un pequeña historia sobre la relación estrógenos-menopausia y sus implicancias económicas desde la industria farmacológica.

En la década del 1930 se inicia en el mundo la era de la endocrinología ginecológica al poderse individualizar y extraer de la vena ovarica y de la sangre periférica a los estrógenos como hormona de producción ovárica. En los años 50 se logra la síntesis y  producción sintética (fabricación química) de esas hormonas dando lugar al advenimiento posterior de los anticonceptivos hormonales con lo que se marca un hito en lo que respecta a la libertad sexual de la mujer que así puede separar sexualidad de maternidad en un momento de la historia de la humanidad en que la mujer debe irrumpir en el mundo social y laboral de los hombres. Poco más tarde, en 1966, Robert Wilson, un ginecólogo de Nueva York publica un libro titulado “Femenin forever” (Eternamente femenina) instituyendo el concepto de “tratamiento estrogénico de reemplazo” abogando que los estrógenos, al evitar la menopausia, son las hormonas de la eterna juventud y de la alta calidad de vida de la mujer. De allí en más, el climaterio de la mujer dejaba de ser un problema gracias a la medicalización del mismo. Wilson consideraba (y logró convencer a las mujeres) que menopausia sin estrógenos era igual a decadencia. Así fue como, en los años 70, el 33 % de las mujeres mayores de 50 años en Estados Unidos  recibían regularmente y constantemente la hormona: ya se envejecía muy lentamente, se seguía siendo sexualmente atractivas y se evitaban los problemas psicológicos...  Ello, además, significaba un fenomenal negocio económico por parte de los laboratorios que comercializaban los estrógenos.  Pero todo ese esplendor pronto se perdió ya que  fueron apareciendo complicaciones más que importantes debido a las dosis y modo de administración de las hormonas. Se impuso – y por lo tanto se instituyó - una drástica disminución de dosis y una nueva  dinámica de la administración farmacológica de los preparados hormonales con lo que se logró una muy aceptable seguridad en cuanto a inconvenientes del tratamiento. Es así como en la década de los 80,  millones de mujeres en el mundo se avinieron al tratamiento de reemplazo hormonal de la post menopausia con un muy aceptable logro de mejoramiento de su calidad de vida. Pero así también fue cómo la lucha comercial entre los laboratorios farmacológicos fué feroz: eran medicamentos hormonales de producción barata y de venta masiva y prolongada; el negocio era redondo.  Pero en el año 2002 apareció en Estados Unidos una publicación de un estudio realizado en 40 centros médicos que comenzara en 1993  y en  los  que participaron unas 26.000 mujeres entre 45 y 70 años de edad con una edad media de 62 años. En el estudio se utilizó un tipo de hormonas y a unas dosis  que fuera de Estados Unidos ya no se usaban en el momento de la publicación.  Hay que hacer notar que en Estados Unidos sólo se autorizó el tratamiento oral con estrógenos semisintéticos a dosis relativamente altas en relación con lo que se utilizaba en esos momentos en el resto de América y Europa.  El resultado fué que se constató un aumento de riesgo de incidencia de cáncer de mama de 8 mujeres más cada 10.00 mujeres que hacían el tratamiento durante un año. Recordemos que la mayoría de las mujeres estaban cerca de los 60 años, con dosis y tipo de hormonas ya casi no utilizadas por nosotros. Lo cierto es que este estudio que, repito, estuvo mal diseñado (los autores hoy así lo reconocen), fue de un impacto estruendoso en todo el mundo, con gran sensacionalismo periodístico por el interés que el tema podía despertar en miles de mujeres bajo tratamiento hormonal.  Se instaló así la idea y el mito que “las hormonas producen cáncer de mama”.  Al respecto, como acotación  del tema, permitanme comentar que en el desciframiento del genoma humano que comenzara a hacerse hace relativamente  pocos años, (o sea, el poder identificar los genes que hacen a la herencia de cada ser vivo), demuestra que sólo hará una determinada enfermedad (por ej: el cancer de mama) quien ya nace con el gen específico de esa enfermedad y que factores externos (por ej: tratamientos hormonales) sólo pueden, tal vez, adelantar la aparición pero nunca serán  causantes de la enfermedad.

¿Cuál es el consenso médico actual respecto a la terapia hormonal de reemplazo? Los estrógenos son indispensables en la mujer; son hormonas tan necesarias como la  hormona tiroidea o cualquier otra.  Nadie pone objeción al tratamiento con hormona tiroidea en casos de hipotiroidismo, ¿por qué hay que tenerlo con los estrógenos?.  El manejo de cualquier tratamiento hormonal debe estar en manos de médicos idóneos ya que la administración equivocada del tipo de hormona y su dosis implica disturbios funcionales que deberán corregirse con criterio endocrinológico (por ej: hemorragias genitales, disturbios del ciclo menstrual, etc).La  Sociedad  Norteamericana de Menopausia marca pautas periódicas según lo nuevos estudios y conocimientos que aparecen al respecto. La recomendación actual al respecto es que el tratamiento hormonal de reemplazo es la primer alternativa válida para el alivio de los síntomas relacionados con la menopausia y para la prevención de la osteoporosis; que son de alta confiabilidad utilizándose las dosis más bajas según la necesidad de la paciente y durante el tiempo que lo necesite, condicionado ello a que la mujer haga sus controles anuales establecidos y que consulte ante cualquier cambio que experimente. El concepto de “primer alternativa válida” significa que ésa no es la única alternativa ya que los estrógenos no curan nada en estos momentos  sino que tienden al logro de una buena calidad de vida, sin las molestias por efecto de la hipoestrogenemia; pero también se cuenta con otras alternativas cuyos beneficios finales también son aceptables y evidentes.

Habiendo hecho estos comentarios sobre el concepto actual del Tratamiento Hormonal de Reemplazo vamos a hablar sobre el tratamiento – si es que el mismo fuera necesario – del climaterio. Pero no olvidemos que dichos tratamientos se confunden con los inherentes a los trastornos propios del envejecimiento ya que ambos son dos eventos biológicos que se dan concomitantemente en la mujer.

En una función didáctica, de entendimiento y no confusión de los temas, vamos a enfocar el tratamiento según sea la nosología a que nos referimos. Hablaremos entonces del tratamiento de  1) la premenopausia,  2) de los síntomas vasomotores,  3) de los síntomas genitourinarios,  4) de la osteoporosis,  5) de prevención cardiovascular,   6) de los disturbios psiconeurológicos.

1)  Premenopausia : Son los años previos a la menopausia (fecha de la ultima menstruación) caracterizados por ciclos irregulares, al comienzo con tendencia a ciclos cortos (20-25 días)  y luego a ciclos prolongados (30-60 dias) con muy variable cantidad y número de días de sangrado. Además, algunas mujeres relatan ciertos esbozos de síntomas propios de la post menopausia: calores tipo sofocos, inestabilidad emocional, insomnio, congestión pelviana, etc. que suelen darse, especialmente, en los días  premenstruales.  No hay tratamiento preestablecido para estos disturbios;  se indicará alguna medicación, - hormonal o no -, según sea la magnitud del problema o cuánto le molesta o le distorsiona el normal desenvolvimiento de sus días a la mujer.

Pero hay un tema crucial para esta edad y es el referido a la fertilidad.  Los cambios menstruales arriba descriptos son también responsables de una disminución de la fertilidad lo que hace que, sea cual fuere el método anticonceptivo utilizado, su índice de falla sea bajo.  Se considera que el 50 % de las mujeres de más de 40 años siguen siendo potencialmente fértiles; si no se utiliza ningún método anticonceptivo, el riesgo anual de embarazo entre los 40 y 44 años es del 10 % y del 2–3 % para mujeres entre los  45 y 50 años.  El embarazo en esta etapa de la vida de la mujer tiene un riesgo particularmente aumentado vinculado con complicaciones del mismo como así también a una  mayor incidencia de muertes materna y peri natal además del aumento exponencial de incidencia de anomalías cromosómicas del feto o del bebé. A ello se debe sumar los inconvenientes acarreados  por un embarazo no planificado dentro de una familia teóricamente ya constituida desde lo social y lo económico. Por lo tanto, a pesar de una disminución normal de la fertilidad en la mujer premenopáusica,  éste es  uno de los motivos más frecuentes de consulta.  Los métodos anticonceptivos son los mismos; se debe enfatizar el hecho de la irregularidad en la fecha de la ovulación (en los pocos ciclos ovulatorios que pueden darse) y, por lo tanto, no confiar en absoluto “en las fechas”.  El DIU es un buen método aunque puede incrementar el volumen del sangrado menstrual propio de esta edad de la mujer, salvo que se utilice los nuevos Diu’s con carga hormonal que hace pocos años aparecieron para su uso. Pero el método más indicado para esta edad son los anticonceptivos hormonales. Regularizan los ciclos, son de eficacia absoluta, y los efectos colaterales que suelen relatarse están minimizados con las minidosis y los nuevos tipos de hormonas hoy utilizados. Sólo hay dos situaciones en las que la mujer (independiente de su edad) no puede tomar pastillas anticonceptivas: hipertensión arterial y problemas de coagulación sanguínea.

2) Síntomas  vasomotores:  Los sofocos u oleadas de calor son propios de la post menopausia.  Los valores de secreción de estrógenos son mínimos y es posible que ya no se vuelva a menstruar.  Se considera que un 30 % de las mujeres no los experimentan, que en las que sí los experimentan, en el 70 % de ellas les desaparecen luego de 2 años,  que a un 25 %  les persiste hasta 5 años  y que el 5 % restante  de las mismas puede que siga  experimentando sofocos aún después de 10 años de post menopausia.  Por lo tanto, la gran mayoría de las mujeres ya no experimentan sofocos luego de los primeros 5 años de post menopausia.  El tratamiento de primera opción es el reemplazo hormonal. El desencadenante de la sintomatología es la estimulación  e inestabilidad funcional de los centros termorreguladores del cerebro ante la disminución brusca de estrógenos fruto de un ovario funcionalmente agotado. La administración de estrógenos, en bajas dosis, (cuya fórmula química es idéntica a los estrógenos naturales) y por las diferentes vías de administración disponibles según le sea más cómodo a la mujer (oral, parches, gel, inyectable)  durante un tiempo que variará ente dos a cinco años (según necesidad).  Es un tratamiento más que efectivo ya que hace que desaparezca la sintomatología vasomotora a la vez que mejora el malhumor y  los cambios emocionales,  previene la pérdida brusca de calcio de los huesos (por efecto de la falta de estrógenos)  y evita las molestias coitales por la deficiente lubricación vaginal.  Los estrógenos deben evitarse en mujeres con antecedentes o riego elevado de enfermedad cardiovascular (hipertensión arterial, infarto previo, anginosas), cáncer de mama, tromboembolismo venoso o enfermedad hepática activa.

No olvidemos que los estrógenos no curan nada, sólo alivian o previenen.  Muchas mujeres relatan  los síntomas vasomotores pero no les son muy molestos, por lo tanto no requieren tratamiento.  Pero si pide  algún tratamiento y no desean – o no pueden – recibir estrógenos, está la alternativa de otros medicamentos, algunos de ellos psicofármacos, que proporcionan buen alivio de los síntomas y se indicarám durante el tiempo que ellas mismas consideren que lo necesitan. Cada uno de estos fármacos tiene su indicación médica según muchas variables y ello será, entonces,  concensuado con el médico. Un comentario adicional merecen los fitoestrógenos dado la propaganda que se les hace. La soja y otros vegetales tienen sustancias estrogénicas en su composición química. Como son de origen vegetal, el ideario popular los califica como inocuos por ser “naturales”, pero no es así ni mucho menos. Un organismo animal necesita de hormonas animales y no vegetales.  Por otra parte, la cantidad de estrógenos por unidad  que aportan  esos preparados es muy escasa,  tal es así  que debería ingerirse entre 10 y 20 pastillas por día de los fitoestrógenos disponibles en farmacias de la especialidad como para esperarse algún efecto. O sea que el efecto que suele referirse es más por placebo que por actividad hormonal propia del preparado.

3) Síntomas genitourinarios: Los síntomas de deficiencia estrogénica a nivel vaginal (sequedad, molestias, prurito, dolor coital) aparecen dentro de los primeros dos años de post menopausia en el 30 % de las mujeres y en un 50 % a los cinco años. Pero a diferencia de los sofocos (que con el tiempo desaparecen), la sequedad vaginal se acentúa con los años. Lo mismo sucede con los síntomas urológicos (urgencia miccional, cistitis a repetición, dolor miccional). Para estos problemas no hay solución que no sea a través de los estrógenos.  Si el cuadro se presenta en los primeros años de post menopausia y se da concomitantemente con otros síntomas (sofocos, irritabilidad, etc), nuevamente, la terapia con estrógenos  es la indicación. Si el cuadro se presenta en la post menopausia alejada, o no se quiere hacer tratamiento con estrógenos sistémicos, se indican óvulos con estrógenos de acción local sobre la mucosa vaginal y el piso vesical. Estos óvulos deben colocarse uno o dos veces por semana y se los debe utilizar mientras persista la necesidad (por ej, el continuar teniendo relaciones sexuales). Y en casos en los cuales los estrógenos estén contraindicados pero se necesita aliviar  la sequedad vaginal, se dispone de otro tipo de óvulos con preparados  químicos de sustancias humectantes de la vagina y que deberán ser colocados, también, una o dos veces por semana.

4) Osteoporosis:  La osteoporosis es la fragilidad del esqueleto debido a una pérdida de masa ósea y deterioro de la microarquitectura del hueso, con lo que aumenta el riesgo de fracturas patológicas. Como ya dijimos en el artículo anterior, la pérdida de masa ósea es producto del aumento del proceso de reabsorción por sobre el de neoformación del hueso, lo cual es típico de la post menopausia ya que la falta de estrógenos motiva ese fenómeno de deterioro de calidad  ósea.  Ese deterioro está dado, entre otras cosas, por una aumentada pérdida de impregnación de calcio de los huesos esponjosos. El calcio se incorpora al hueso de la mujer por un complicado proceso fisicoquímico en el que los estrógenos juegan un papel primordial. Luego de la menopausia, - y por el déficit de estrógenos -, no sólo que no se incorpora calcio al hueso, sino que aumenta su metabolismo y la pérdida del mismo. Pero, como también ya lo dijimos, hay una disminución normal y esperable de saturación cálcica  del hueso que se va dando con el correr de los años; por lo tanto habrá que tener buen criterio médico cuando se evalúa la importancia de esa pérdida.  Además, la falta de calcio en los huesos tendrá significado de patología en tanto que alcance un cierto nivel, como también ya lo dijimos anteriormente. O sea que, la osteopenia o la osteoporosis tendrá significado patológico o no según las condiciones clínicas de la paciente en estudio. De esto último se desprende que el tratamiento de la osteoporosis ya establecida, como  el de la prevención de la misma (estadío de osteopenia) deberá propender a recuperar la calidad del hueso deteriorado recomponiendo su microarquitectura y a la reincorporación del calcio, fósforo y otros minerales necesarios para ello.

La osteoporosis siempre debe tratarse; lo controversial es cuándo debe comenzarse a tratar la osteopenia. Ello depende de la edad de la paciente, de la evolución que ha estado teniendo la decalcificación de sus huesos y del criterio del médico que frente a la paciente y sus circunstancias médicas cree en la necesidad de comenzar, o no todavía, con el tratamiento. Dicho tratamiento, tanto de la osteopenia como de la osteoporosis, se basa en las tres patas de un trípode: A) Calcio y minerales (para restituir lo perdido)  B) Fijador o antirreabsortivo óseo que facilita el depósito del calcio, de minerales y otras sustancias con lo cual se revierte el proceso de reabsorción del hueso. C) Actividad física acorde con la edad que obligue a la funcionalidad del hueso con lo cual, por efecto de las fuerzas físicas,  se logra el fortalecimiento del mismo.

Se considera que la necesidad de ingesta diaria de calcio para que cumpla su cometido el tratamiento es de 1500 mgs. El mayor aporte diario de calcio viene por parte de los lácteos.  Una dieta equilibrada  pero sin lácteos aporta no más de 300 mgs diarios; referente a los 1200 mgs restantes, lo ideal es que sean provenientes de derivados de la leche ya que el calcio de los alimentos es mejor y más  prontamente  absorbido por la mucosa intestinal.  Todos los productos lácteos envasados traen impreso en el envase la cantidad de calcio cada 100 gramoso mililitros del producto. Los quesos son ricos en calcio por ser leche condensada y hasta enriquecida con calcio. Cien gramos de queso Mar del Plata (cáscara colorada), que equivaldría a un trozo del tamaño de un atado de cigarrillos, aporta unos 1000 mgs de calcio. Un yogur (común o descremado) aporta unos 270 mgs,  igual que un vaso de leche.  Si se trata de calcio químico, o sea pastillas de calcio, cada pastilla trae aproximadamente 500 mgs de calcio. O sea que cada mujer deberá, con la ayuda de su médico o de un nutricionista, diagramar su propio plan alimentario o medicamentoso, para lograr el aporte diario de calcio necesario para su tratamiento.

En lo que respecta al fijador del calcio en los huesos, el fijador por antonomasia son los estrógenos. De allí es que,  en los primeros años después de la menopausia, por efecto de la caída en la producción de estrógenos por parte del ovario, se produce una marcada pérdida de calcio con el consiguiente deterioro de la calidad del hueso. El tratamiento hormonal de reemplazo de estrógenos que se instituye en esos momentos prevendría dicho deterioro y pospondrá el mismo. Pero si no se instituye el tratamiento estrogénico y está indicado un tratamiento de la osteopenia, se cuenta con sustancias medicamentosas tan efectivas como los estrógenos y que serían los que se seguirían usando más adelante en la vida si así fuera necesario. Tales drogas medicamentosas son los bifosfonatos, la tibolona, el raloxifeno, etc, a utilizar según criterio médico.

La actividad fisica debe ser indicada según cada paciente. Aquí se aplica eso que “la función hace al órgano”.  Como los huesos que más padecen la pérdida del calcio son la columna lumbosacra y la cadera, la actividad aeróbica del salir a caminar, la bicicleta fija o la cinta de caminar son lo más indicado como programa de ejercicio físico.

Pero lo más importante en el tratamiento del deterioro de la calidad ósea es la prevención.  La mayor reserva o depósito de calcio en los huesos se hace entre los 10 y 25 años de edad; éste es el período de la vida de consolidación del esqueleto humano y es por ello de la gran importancia de dietas sanas, ricas en lácteos y minerales y de una actividad física saludable para completar el proceso.

5) Prevención cardiovascular:  La incidencia del infarto de miocardio tiene una relación aproximada de 1/10 entre un hombre y una mujer premenopáusica: el decir, de cada 10 infartos en hombre hay uno de mujer premenopáusica. Luego de dos o tres años de post menopausia, dicha relación se convierte en 1/1.  Son múltiples los estudios que demuestran el efecto beneficioso de los estrógenos al proteger el endotelio de las arterias coronarias no permitiendo el depósito de lípidos de baja densidad que son los generadores de ateromas. Otras enfermedades cardiovasculares tales como la hipertensión arterial o accidentes cerebrovasculares en la mujer aumentan considerablemente su incidencia luego de la menopausia, especialmente si en ella se dan situaciones de riesgo bastante comunes en hombres como adicción al tabaco, dislipemias, obesidad, sedentarismo, etc.

Nuevos estudios publicados en los últimos años, habiéndose trabajado con miles de mujeres, demostraron que cuando la lesión del endotelio vascular coronario comienza a instalarse, la terapia hormonal de reemplazo es contraproducente ya que agrava el problema.  De allí es que se utilice el término “prevención” cuando médicamente se refiere a las patologías cardiovasculares del climaterio como tratamiento de las mismas.  Esa prevención está dirigida a preservar la calidad del endotelio vascular el mayor tiempo posible.  Ello se logrará tratando que la mujer tenga un cierto tenor de estrógenos hasta los 52-54 años (si no hay contraindicación para ello), controlando sus lípidos en sangre, evitando el tabaquismo, incentivando a una adecuada y estable actividad física, control de enfermedades endócrinas tales como la diabetes, hipotiroidismo o el denominado síndrome metabólico, control de sus valores de presión arterial, etc.

6) Disturbios psiconeurológicos: Tal como dijimos en el artículo anterior el cerebro de la mujer es tremendamente rico en receptores de hormona estrogénica lo que habla de la necesidad de la neurona femenina de su hormona de género que son los estrógenos. Con el declinar de la secreción de los mismos en la perimenopausia que se acentúa considerablemente en la post menopausia el sistema nervioso lo hace denotar a través de varias situaciones sintomatológicas tales como los sofocos, humor depresivo, irritabilidad, ansiedad y nerviosismo, disminución de la memoria, fatiga mental insomnio, disminución de la libido, etc. No hay duda que si todos estos malestares son, exclusivamente, por la falta de estrógenos, el problema se soluciona administrando estrógenos, pero no todo es así.  Puede que la mujer experimente el alivio esperado, pero no siempre ese alivio es absoluto.  Los psicólogos tienen una explicación al respecto la cual comparto absolutamente.  El climaterio de la mujer puede significarle una coyuntura  de crisis de vida.  Es una etapa de su vida en la que suele necesitar enfrentarse a cambios más o menos trascendentes que le generan sensaciones diversas de acuerdo a su tipo de vida y de circunstancias culturales que ponen en movimiento mecanismos de adaptación que afectan a todas sus áreas: el cuerpo, la mente y sus relaciones personales: los hijos se van, se replantea la relación de pareja, aparecen enfermedades, se comienza a enfrentar con su propia vejez.  Son todas situaciones desequilibrantes y ello dependerá de cómo cada mujer las vive, las maneja o, directamente, no le afectan desde lo psicoemocional.  En todo esto, los estrógenos tienen poco que ver salvo en lo que pueden ayudar en la experimentación del bienestar físico.  La mujer necesita, entonces, soporte emocional ayudado, tal vez y según criterio médico, de algún psicofármaco temporario que le ayude a sentirse mejor desde lo corporal y así lograr la lucidez necesaria para el discernimiento de lo que le afecta.

No hay dudas que el climaterio es una etapa de vida en la mujer, que a veces conlleva a una crisis vital por los cambios biológicos que experimenta, pero no deja de ser una etapa más de vida. No siempre las crisis son malas ya que pueden ser un factor de crecimiento, de logro de integración y complementariedad y que ello está lejos de ser una enfermedad. La postura  que todo médico debe tener ante una mujer climatérica es que es una mujer viviendo una etapa especial de su vida que sólo necesita de acompañamiento y de ayuda terapéutica de prevención.  Le queda muchos años por vivir, tal vez un tercio de toda su vida, a la que debe llenar con su propio concepto de lo que para ella es calidad de vida .

Terminamos estos tres artículos dedicados al climaterio de la mujer con un pensamiento dirigido a la mujer que comienza a transitar esta parte de su vida que le comenzara alrededor de los cincuenta años y que terminará cuando Dios lo decida, ojalá que sea lo más tarde posible...

Cuando a los treinta años pensabas en los treinta años de actividad

que tenías por delante te parecía toda una vida.

Ahora que los tenés a todos, no los desperdicies.

Unidad Obstétrica y Ginecológica (E.O.)